Quiero contarte tantas cosas, cosas que solo siento que te las puedo contar a vos. Maldito orgullo. Cuento (uno, dos, tres) no te escribo porque estás enojada, quizás dolida. ¿Sabrás como estoy yo? NO! No importa, vuelvo a contar (cuatro, cinco seis). Te quiero insultar y patear. ¿EN QUÉ PENSÁS? Indulgencia, un poco te pido! ¿Quedará así? ¿Qué va a pasar? ¿Querés hablar? Son tantas preguntas que se responden fácil pero el orgullo que tengo me calla. La bronca y el enojo que siento por tu culpa, de haber sido tan verborrágica y no pensar en tus palabras.
Me quedan tantas cosas para decir. Perdón ¿quizás? No lo se. Tu autocrítica la sigo esperando, sigo esperando una charla razonable y que digas las cosas como son, porque como me las dijiste, no eran.
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